Lluvia de frases caen en cada capítulo del libro “El Principito”, pero no son frases cualesquiera o las que se pasan de largo, pues, en su mayoría son frases célebres que hasta la actualidad han ido formando parte del uso cotidiano para expresar pensamientos filosóficos y reflexivos. Se cita a la obra de Antoine de Saint-Exupéry en múltiples veces en toda categoría de artículos, estudios e informes literarios, sociales y culturales. Aparte del libro, tuve la oportunidad de leer una serie de críticas tanto apreciativas como en contra. Bueno, en realidad de lo segundo sólo leí tres, cada una sin fundamento; más sonaron como a resentimiento o querella contra el estilo del autor.
No se olviden que clicando en el ícono del Índice pueden ver todos los posts sobre la novela ordenadamente para elegir el que deseen leer. A continuación, el análisis a fondo de tres frases del libro “El Principito”:
Frase 10: “Se debe pedir a cada cual, lo que está a su alcance realizar.”
Dijo el rey al Principito cuando el niño inquirió sobre su poder. El monarca no podía ordenar a una estrella que se desplazara más rápido sobre su órbita, así que solo pronunciaba mandatos que un astro podía obedecer según las leyes del universo.
El rey es como uno de los típicos gobernantes que abundan en el mundo. Ellos dicen tener un gran poder sobre su pueblo. Dicen que son capaces de tener dominio sobre todo, pese a que ni ellos se lo creen o se niegan a admitir. Cuando alguien no cumple o no puede cumplir lo que se le ordena, el rey simplemente, por no quedar en ridículo, afirma que esa persona lo hará en algún momento. Se jacta de ser magnánimo cuando interiormente se siente un desgraciado, porque, una vez pase un tiempo gobernando, se dará cuenta de que no tenía control sobre todo, más bien a sus palabras se las llevaba el viento y era un mortal más, tanto o menos importante que cualquier ciudadano o habitante de “su” pueblo.
Los gobernantes se ponen delante de la sociedad entera para ser escuchados, pero en realidad cada “oyente” cumple lo que puede o es capaz de hacer, incluso, otros no mueven un dedo y se quedan de brazos cruzados. Un gobernante jamás verá resultados rápidos en medio de un pueblo tan variopinto, tan disímil en clases, unas que brillan más y unas que brillan menos, así como lo hacen las estrellas del cielo que mientras más lejos se encuentren, más tarda en llegar la voz, en llegar la justicia y el mandato del quien dice ser supremo. Si hay presión o insistencia de lo último, el pueblo lo percibe como autoritarismo, pero si ni siquiera hay señal del Gobierno, lo sienten como desidia. Debe mantenerse un equilibrio. La voz de la autoridad debe ser escuchada por todos, pero aun así nadie gobierna a nadie, tampoco nadie es dominado por nadie. Cada uno es dueño de sus propias decisiones. Podrán obligarte a hacer algo, pero si te dicen por ejemplo salta cinco metros, no vas a poderlo, porque no se encuentra a tu capacidad o a la capacidad física del ser humano. Acá se habla de gobierno y dominio de las facultades del ser, eso nadie podrá contra uno, a menos que te modifiquen genéticamente o te implanten algún dispositivo, en este caso, se perderá la humanidad y la capacidad de decidir por uno mismo.
Un rey o gobernante no es Todopoderoso ni Omnipresente. No es capaz de controlar tus acciones, no sabe lo que haces ni lo que te pasa fuera de su vista. Tampoco es poseedor de tus tierras por más títulos falsos que él imponga. Tu eres el único que le da valor a lo que posee porque hay sentimiento de por medio. La tierra que tú cosechaste, la casa que con tu sudor construiste, el auto que con esfuerzo ahorraste para comprarlo, todo eso es tuyo; podrán quitártelo pero jamás le pertenecerá al otro. Cada cosa tiene parte de ti.
Llevar una corona en la cabeza o una banda en el torso no hace a uno rey o gobernante en el sentido estricto. El atuendo no hace al que le dieron el cargo. Se debe ser líder a cuenta cabal… Y para empezar, ¿qué es lo que hace a uno líder? Pues un líder, no domina a los demás, se domina así mismo. A todos los pone a su altura y como para que pueda verlos por igual, de frente a la cara, para poder conocer su sentir y compartir sus conocimientos, desde el más humilde al más sabio. Eso es lo que ya ninguna autoridad —creo yo— hace actualmente. Solo mandan y mandan, sin saber que nada logran, y si lo saben, lo ignoran o lo dejan pasar, porque la mediocridad les hace olvidar que han sido colocados para ser líderes, no déspotas ni tampoco incapaces.
Viviendo sentados en la comodidad del balcón o trono, una autoridad desmerece su cargo porque nunca aprenderá que es mancharse la ropa o encallarse las manos. Si no experimenta, si no es testigo de lo que pasa en su pueblo, no sirve para su cargo. Tener dotes de psicólogo ayudaría mucho, porque se identificarían mejor las problemáticas y su posterior solución.
No sé trata de pedir obediencia, el asunto es tratar de entender lo que pasa por la mente de un pueblo, y fuera de exigir lo necesario, saber por qué se lo hace o en qué beneficiará eso a ambos. Antes de hacerse entender es indispensable entender a los demás. Levantar la lampa o tirar la red para saber cómo es la vida en la sociedad.
Cómo ven, ser autoridad es un trabajo de tiempo completo para el bien del pueblo y del futuro del mismo. Gobernante que no cumple eso, es un vil mentiroso o vende humo. Es por eso que el Principito, decepcionado de la mediocridad de los adultos, se va del planeta del rey. El hombre de la corona, hasta el último momento no dejó de darle órdenes.
Frase 11: “Él se enamoró de sus flores y no de sus raíces, y en otoño no supo qué hacer.”
Un claro ejemplo cuando una persona solo se fija en el físico de otra. Como el dicho, “por la vista entra el gusto”, se refiere a que la primera impresión que nos llevamos de otro es por su belleza de rasgos o incluso en su forma de hablar. En el caso de una mujer, ella tendría que tener lindos ojos, labios sensuales, esbeltez en la cintura, caderas firmes y busto levantado, bueno, depende de los gustos de cada quien, o incluso el olor llamaría la atención, ya que este es un adormecedor efectivo. En el caso de un hombre, él debería verse atlético, con un buen corte, manos fuertes o paso seguro, ya también eso depende del gusto. En ambos cuenta mucho el aroma y el timbre de la voz, aparte del toque mágico que toda persona simpática tiene: una sonrisa encantadora. Con todas esas características solo se ven flores, ¿acaso nada podría ser tan perfecto? Esa es la pregunta que muchos se hacen al conocer a estos seres atractivos. Durante los primeros días, semanas o meses que se vaya conociéndolos más a fondo, se irán develando muchos detalles que a un inicio no percibimos. Como dice otro refrán “no todo lo que brilla es oro”, que hace mérito a las personas que se les creía dioses ahora no son más que simples mortales, con los mismos defectos que cualquiera.
Enamorarse de las apariencias es vivir engañado consigo mismo. A veces evitamos saber más de esa persona por temor a la decepción, y cuando ya nada es oculto o cuando el verdadero rostro sale a relucir, se prefiere seguir a su lado y pregonar que la relación sigue siendo perfecta como en un cuento de hadas. En vez de buscar soluciones, cubrimos la mentira, pues las raíces seguirán enterradas y nadie se enterará de que tierra brotó o cuál es el origen de tanta “perfección”. Solo seguirá viéndose lo que está arriba de subsuelo, dónde el sol alumbra y no donde yace el lado oculto o el lado oscuro (siendo un poco más tétricos), que es allí a donde se debe tomar más atención para encontrar un medio de mantenerse estable y fuerte ante cualquier embiste del exterior.
Evadiendo los problemas los complicaremos más. El diálogo es el mejor hidratante y la comprensión es la mejor nutriente contra la turbulenta vida dentro de una relación. En primavera todo es color de rosa, las flores son bellas y relucientes, atractivas y llenas de un delicioso perfume. En cambio, en otoño la belleza se marchita y salen a mostrarse las ramas, el tallo y algo de las raíces; ahora es donde nos fijaremos qué hay debajo o detrás de aquella beldad.
La decepción viene después de la primera impresión y lo que creíamos que es cien por ciento Amor, fue solo atracción por lo exterior. Así se inicia la comprensión de la realidad y será decisión de uno si decide luchar por vivir de nuevo la primavera o quedarse engañado en el fango del otoño. Cuando ambos batallen y aprendan a amarse desde las raíces a la copa o la punta de los estambres, les espera una primavera mucho más colorida.
Del “no saber qué hacer” se empieza: Si se va a construir una etapa de supervivencia en medio del otoño o si se va a escapar de los problemas, y de este segundo, salen aún dos opciones más, si se va a vivir con los brazos cruzados esperando que la estación cambie sin luchar, o, si se huirá en pos de otras rosas que le darán también falsas esperanzas, y sin dudarlo, volverá a vivir lo mismo dentro de un círculo vicioso. Él o ella serán personas de apariencias. Algunas prefieren vivir en el lujo y la ostentación cuando en realidad hay raíces que se están debilitando debajo, o, unas flores y hojas que se ennegrecen perdiendo su luz. El otoño nadie lo espera, pero llega. Llega sin previo aviso, y si no estás preparado te puede cubrir con sus hojas secas y dejarte sin seguir viendo los pétalos de bello contraste de las flores.
Aprender a amar los defectos y virtudes es el camino a amar por completo a alguien, a amar sin dudas ni inseguridades, ser tolerantes y luchadores.
La vida nos enseña a saber qué hacer. Las pruebas que se nos imponen tienen muchos acertijos que deben ser resueltos, pongámosle empeño y decisión, apliquemos la intuición y la colaboración mutua entre pareja. Que se cree una cohesión para solucionar los problemas y hacerlos como uno solo o en conjunto. Les juro que sí se puede. Lo digo por experiencia propia: encontremos el lado positivo de las cosas.
Frase 12: “Tener un amigo es un verdadero privilegio y si uno se olvida de ellos se corre el riesgo de volverse como las personas mayores que solo se interesan por las cifras y los números.”
Es una frase que nace al recordar el Piloto al Principito luego de que el muchacho partiera a su planeta B-612. ¿Cómo se expresa la amistad más sincera? Un niño puede responder perfectamente a esta pregunta. La amistad más sincera se expresa con un alto grado de empatía, dejando a un lado los intereses propios para preocuparse más por el bienestar del otro. Un amigo así es un verdadero privilegio, sería bueno llamarse dichoso y no afortunado, porque la fortuna no dura toda la vida, dado que sólo es temporal; sin embargo, la dicha tiene más tiempo de caducidad o es permanente, y una vez que en los sentimientos no quepa la duda.
Una persona adulta ocupa mucho su tiempo en el trabajo, o como dice la frase “solo se interesan por la cifras o por los números”, lo que recuerda a algunos de los habitantes de los seis planetas que el Principito visitó antes que llegara a la Tierra.
El adulto con el quien menos el Principito hubiera trabado amistad es con el “hombre de negocios”, un tipo que no tenía tiempo para otra cosa que no sea contar las estrellas del cielo, un hombre avaro que solo se preocupaba por acumular riquezas que ni siquiera le eran útiles. Se sentía feliz con las cifras que decía tener. En el mundo hay muchas personas con estas características, apostamos que ninguna tiene amigos porque su único compañero fiel es el dinero y las riquezas que acumula.
Cuando nos centramos en conseguir todo de forma desmesurada y vana estamos perdiendo nuestra alma. Nuestros esfuerzos no tienen un fin filántropo o humanitario. No existe en el léxico de estas personas la palabra compartir, porque quizá no han tenido la oportunidad de tener un amigo al lado con quién puedan aprender sobre la reciprocidad.
El mundo está plagado de sentimientos de interés propio, si cada ser humano podría ser capaz de sentir empatía por cualquiera que incluso acaba de conocer, tal vez no existirían las guerras o las divisiones entre pareceres. Se abrirían múltiples consensos en las diferentes sociedades o círculos de gente que buscan una solución. Las personas mayores, literalmente, dejarán de serlo. Y se los digo por qué: ¿Recuerdan al niño o la niña con quien jugaban durante la infancia, eran inseparables; y ahora, cuando se vuelven a encontrar en la calle se voltean la cara como si no se conocieran? A muchos me imagino que les pasa o les pasó esto. Dolerá un poco, pero así es. Ya nada volvió a ser lo mismo. Quizá fue una discusión que tuvieron de adolescentes y jamás pudieron resolver porque cada uno insistía en su dicho. Sea lo que haya pasado fue cuando dejaron de ser niños. Tal vez hubo sentimientos más fuertes que el otro no compartía del todo, y no porque sea egoísta, más bien porque había madurado antes o después. Cuando se crece, la empatía hacia el prójimo disminuye. Pero no por dejar nuestro cuerpo de niños debemos dejar de pensar como ellos. Eso no ayuda, complica aún más la vida. Viviremos amargados cuando algo no nos salga bien, insultaremos cuando alguien nos ofenda, arremeteremos con los puños cuando nos amenacen, y hasta se planeara asesinatos con tal de sentirse victoriosos.
Perdemos la inocencia al dejar de ser niños. Nadie tiene la culpa porque es inevitable. Aunque la influencia externa tiene mucho que ver en este contexto. Ahora con tantos medios de comunicación disparándonos imágenes, los niños se vuelven más susceptibles al cambio. De aquí debe partir la obligación de los adultos, en este caso los padres, para enseñarles a sus hijos por dónde debe encaminárseles para que crezcan siendo personas con un alto sentido de moralidad y análisis. Y este análisis más debe enfocarse en el prójimo que en las cifras que vemos día a día, y que en su mayoría son falsas. Si somos analíticos con los demás, podemos llegar a ser empáticos y volver a tener amigos de verdad que nos ayuden a crecer como seres humanos, continuando con el trabajo que los compañeros de la infancia dejaron a medias.
Entablar amistades perennes crea lazos tan fuertes como en una madre con su hijo o entre hermanos gemelos. Cuando uno de ellos se va de este mundo el lazo sigue intacto, pues la muerte solo es un estado del alma y como la conexión es invisible a los ojos es parte de ella. Cuando el Principito desaparece el lazo sigue intacto con el piloto, ambos viven en el corazón de cada uno, y ya lo dije con anterioridad.
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Acá acabo el análisis de tres frases más del libro que tanto me encanta, “El Principito”. Parece que esta vez fui un poco más extenso en la redacción de estas líneas. En fin, espero que la hayan disfrutado.
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