Continuando con la serie de publicaciones relacionadas a la reseña literaria de “El Principito”, en este apartado expondré mi crítica apreciativa y mi opinión respecto al libro. Antes de leer esta pequeña historia no estaba en mis planes escribir tanto sobre ella. A lo que voy hasta ahora, creo ya haber pasado la misma extensión del libro mismo, admitiendo que jamás me cansaré de elogiarlo por ser uno de mis preferidos. Ahora sí, sin más preámbulos, tengan la bondad y paciencia de leer:
CRÍTICA APRECIATIVA
No me enfocaré en hablar acerca de lo que trata el libro, porque en los anteriores posts me explayé con el resumen y la descripción de los personajes, incluso comenté algo sobre la vida secreta del autor, Antoine de Saint-Exupéry.
En mis treinta y tantos años llevo mucho tiempo escuchando a gente dar sus opiniones y críticas sobre El Principito, de todas quizás hubo una o dos negativas. Lo mismo he leído en muchos blogs, páginas web, foros, etc.; casi en ningún caso vi que alguien hablara mal de esta obra. Sin embargo, hay algo en que los lectores de este libro concordamos, y es la impresión al respecto de la edad en que se lo lee: De acuerdo con la edad que tengas lo interpretarás de un sinnúmero de formas, pues la historia del “niño príncipe” está atiborrada de metáforas de principio a fin.
De adulto, leí el libro dos veces y no es mucho de la segunda vez. De niño, lo leí (me hicieron leer) en la escuela, pero sólo algunos fragmentos, que no pude entender bien, porque de hecho que debes barrerlo con la vista de la dedicatoria al final para sacar una interpretación o al menos una idea concisa. Aparte de leer la novela, como les anticipé, he investigado bastante sobre ella, y eso me hizo construir un mejor concepto de cada personaje o en su conjunto mismo.
De El Principito no dejaré de apreciar sus enseñanzas y valores expresados, muy sutil y a la vez acogedoramente. Los personajes se describen por sí solos. El autor humaniza incluso a los objetos, lo cual hace del libro una fábula extraordinaria que hace soñar a chicos y grandes.
El estilo de prosa que usa de Saint-Exupéry es impecable al ser adaptada en este género de libro. Pese a lo exagerado que pueda sonar si te lo cuentan, no se piensa lo mismo tras la propia lectura de sus páginas; para la mayoría de los niños es curioso y entretenido y para los adultos es revelador y lejos de ser ridículo. El Principito no peca de aburrido, salvo que nada más acostumbres a leer novelas policiales o bélicas, puede ser que te resulte poco interesante porque acá no verás sangre ni disparos ni apuñaladas.
En El Principito no hay desperdicio de páginas. El autor supo usar el tiempo y el espacio para la interacción de sus personajes. De los detalles se encarga el lector porque cada quien crea a su antojo lo que se haya que agregar o describir. Esto no es ninguna molestia, muy al contrario, es una aventura personal que ejercita la imaginación, que a lo poco alimentará el espíritu y abrirá los ojos si te lo sigues permitiendo.
A lo opuesto de lo que se podría pensar, se escribe mejor cuando se siente tristeza en lugar de alegría. El desahogo es más efectivo que la inspiración por felicidad en cuestiones literarias. Las mejores novelas, películas o series son del género drama, y con esto no estoy diciendo que el Principito sea de talante dramático, sino que me refiero, como ya habrán quizás pensado, a que el autor, en su añoranza, escribía su gran obra que a la postre se supiera que estaba dedicada a su rosa, su amada esposa. Las palabras que fluyeron crearon personajes que la historia siempre los recordaría, porque todos han salido del corazón más sincero y arrepentido, tiene la esencia de Saint-Exupéry, tiene parte de su alma.
Quizá ningún otro libro corto llegue a superar a El Principito. A través de esta historia reforcé mis conocimientos sobre filosofía, psicología, sociología, inteligencia emocional, algo de astronomía y geografía, pero sobre todo, recordé el verdadero significado del Amor y la Amistad. Todo eso se va quedar dentro de mí.
OPINIÓN
En mi país, Perú, la gente casi no lee. Es una de las cosas que menos me gustan y confieso que hay momentos en que siento más rabia que pena. A pesar de eso, conozco algunos por ahí que han leído El Principito, tal vez porque es tan corto y rápido de leer (valga la redundancia). Sea lo que fuera el motivo, las opiniones resultaron favorables con muchos puntos a favor a esta espléndida novela. Me alegra saber que a mis paisanos les conmovió las aventuras del pequeño. En mi caso, leería este libro muchas veces más si es que me sobrara el tiempo, pero con las dos que leí me basta por ahora. Lo recuerdo bien, como si esta secuencia de posts con la marca de “El Principito” no tuviera ya voz propia; pero hay por descubrir más detalles que se pudieran haber escapado de mi ojo analítico. ¿Qué estaría olvidando? Creo que nada.
Cualquier versión o edición que compres de El Principito es de proporción angosta, si no fuera por los dibujos que agregó el autor entre sus páginas, se mostraría más delgado aún. Pero la cantidad no hace al libro bueno, es la calidad y el estilo utilizado. En el Principito hay capítulos de una o dos páginas, y aseguro que allí leí mucho más que en un capítulo de treinta o cuarenta páginas con un tamaño de letra minúsculo y párrafos que no te dan tregua para tragar aire en libros voluminosos de aventuras épicas. Dio en el clavo el francés con esta obra. Mensaje recibido, fuerte y claro, señor de Saint-Exupéry. Ojalá aún viviera para buscarlo y autografíe mi ejemplar.
Gracias a El Principito empecé a tomar consciencia de varias situaciones de mi vida cotidiana. Tenía una lista de pendientes que no había cuando ir marcándolos. Por otra parte, la pandemia que vivimos actualmente en el mundo ha hecho que tenga mucho tiempo para reflexionar, encontrándome con grandes sorpresas en mis planteamientos filosóficos previos. Explayarme sobre mi visión de esta obra por medio de estos escritos ha hecho que abra mi mente y manifieste aptitudes ignoradas a medias.
Aprendí a rebuscar en mi “niño interno” que había olvidado que tiene una colosal imaginación. Si seguía sólo usando mi cerebro de adulto, me seguiría atrasando en mis sueños.
Lo que más me gustó del libro es sobre la historia entre la rosa y el Principito, quedando en segundo lugar la historia con el zorro y en tercer los diálogos con el piloto. Con la rosa rememoré algunas experiencias de mi vida, me sentí muy identificado y —no quería admitirlo— lloré, no en ese momento de lectura, sino cuando más tarde me puse a pensar. Gracias al Cielo, el destino ha hecho que encontrará la más hermosa rosa, quien tiene nombre y apellido, pero por razones que ninguno eligió se encuentra lejos. Después de mi madre sé que no hubo ni habrá otra rosa a la que llegue a amar, porque ella es mía y yo soy suyo. ¡Wow! Mejor la paro ahí, no quiero mojarme las mejillas de nuevo.
Antes he tenido docenas de amigos, ahora apenas menos de cinco. Los que me quedan son como el zorro del Principito. Sé que con este aislamiento social actual es imposible darnos la mano, salvo con palabras de aliento y esperanza. Esperamos que pronto acabe esta pesadilla y el mundo fuera tan libre como en el que el Principito y el zorro corrían.
Tengo muy buenas impresiones sobre el personaje del piloto. Un hombre que volvió a ser niño, a no perder la fe en el momento más difícil, ya que en la mente de los críos casi no hay atisbo de duda, ahí vive la fe, la inocencia y la curiosidad. Muy bello todo. Muy bello el niño que vive en nuestros corazones.
Este, queridos lectores, es el humilde aporte que les entrego sobre mi crítica y opinión de El Principito. Si tendría que describir con una sola palabra a este libro, sería: Esencial. Frases tengo muchas, pero esas las habrán leído entre las líneas escritas detrás.
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